JOSE MARIA MARTINEZ FRIAS.Investigador de la historia de Aliaguilla.
La meseta de Utiel-Requena, y
por extensión el término de Aliaguilla, siempre fue un territorio favorable para la presencia del lobo (Canis lupus); a la escasa
población humana se sumaba
lo abrupto del terreno, sus fragosos bosques
y los terrenos adehesados para los
ganados, tanto estantes
y trashumantes como salvajes. En el siglo
XIX, debido al aumento
demográfico y las desamortizaciones de las tierras
comunales, se aceleró
la caza del lobo; el depredador más temido y odiado desde
la antigüedad, competidor directo por el espacio
y los recursos económicos de bosques (caza, madera) y pastos (ganado), fue
perseguido y arrinconado hasta su definitiva extinción a mediados del XX.
En 1504, se narra
un milagro de la virgen de Tejeda
en el que el criado
Alonso Moreno del lugar de
Aliaguilla agradece a la Señora,
haber pasado una noche tranquila tras caer con
dos mulas por un mal paso
y no morir entre las peñas ni que ofendiesen a él ni a las caballerías los lobos, que allí son
muy frecuentes. En el diccionario de Madoz de 1845, se dice del pueblo que abundan los pastos y la caza de perdices y
liebres, sin que falten conejos, lobos, corzos y venados.
1950.
Parece ser que los últimos lobos de la comarca
se refugiaron entre Sinarcas
y los pueblos cercanos de la Serranía conquense. “Concepción Sahuquillo de 86 años, natural de Aliaguilla, nos relató
cómo en el Collado de la Plata, hacia 1950, un lobo le mató a su padre Eladio Sahuquillo unas treinta o cuarenta cabras.
No tenían mastín”. A Gaspar Valero y Joaquín Ruiz, el lobo también les atacó el ganado que tenían en un paraje del Cubillo, en el Puesto del
Conejo. En 1952, se cazó el último lobo en el rento de Henares, en término de Garaballa: “Era un lobo grande
abatido con escopeta
por vecinos de Garaballa (por
Nicolás Sahuquillo), lo cargaron entre
dos en un macho y se exhibió durante un tiempo
en el cuartel de la Guardia Civil”. La fama de su captura
trascendió la contornada, muchas personas mayores
recuerdan aún como el lobero
recorría los pueblos cercanos mostrando la “enorme” cabeza, las patas y la piel del lobo y, a cambio, recogía los donativos
que le daban los ganaderos
y las gentes del lugar.
En el pueblo existen solo unos pocos parajes que hacen
referencia al tema del lobo: la Lobera, la Cueva de los Lobos, la Loberuela…
(Nota del autor).
A finales de los noventa
y principio de los 2000, una
jauría de perros cimarrones actúo impunemente en estas tierras
haciendo verdaderos estragos
en los rebaños y explotaciones ganaderas. El pastor José
Vicente González nos cuenta en su libro (Diario
de Rubia) lo ocurrido la madrugada
del 15 de julio de 1997, cuando
iba de majadas, durmiendo con su
rebaño al raso estrellado de la noche.
“Algo velozmente irrumpió en el centro
del rebaño que provocó
una tremenda estampida. Gruñidos y balidos,
todas huyendo a molondrones
saltando unas sobre otras, derribando a las más débiles”. Escopeta en mano,
consiguió abatir un perro salvaje adulto
y un cachorro que estaban
mordiendo una oveja agonizante
y luego a un pastor
alemán negro que tenía preso a un cabestro; otros canes asilvestrados huyeron dando alaridos. Al
rato apareció renqueante y herido su
perro carea leonés que, aunque era de buen
tamaño no era un mastín. Por el
ataque directo murieron tres ovejas, pero las heridas
por mordedura fueron numerosas,
muchas no se recuperaron del estrés y otras descarriadas no volvieron nunca al
redil. Ya en los años 2000, la manada de perros
salvajes entró de noche en la explotación de ovejas lecheras de Pascual Ruiz,
al lado del cementerio, produciendo enormes
daños, tuvieron que sacrificar más de 70 animales tanto por las graves heridas
sufridas como por los aplastamientos, infartos o por el propio terror
de la masacre. El ganado
de Pedro Julián
sufrió también varios
ataques nocturnos; aunque también se citan otros a plena luz
del día. (Nota del autor).
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
-De internet, del artículo
de Ignacio Latorre Zacarés: La Meseta de
Requena-Utiel, Tierra histórica de lobos. Revista Oleana nº 33: Cuadernos
de Cultura Comarcal, 2018 (págs.403-460).
-Gracias por la información
aportada por Benjamín Valero, Luis Martínez (Colocho), Manuel Monleón, José
Jiménez (Chato) y José Juan Ruiz.
-Del libro de José Vicente González
Monteagudo: Diario de Rubia,
la oveja reportera. Ed. Universo de Letras,
2021.




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